- En este artículo la estudiante de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey (FLDM) reconoce avances en el tema de la diversidad y género, pero sostiene que persisten desafíos y que es necesario terminar con estereotipos que validan hoy lo que es ser un buen abogado
Después de dos años como estudiante de derecho, puedo decir que he tenido una experiencia muy positiva y que he adquirido aprendizajes muy valiosos.
Una parte muy importante de esto es que en mi facultad tengo la libertad de opinar sin que se me juzgue, que el respeto entre profesores, profesoras y estudiantes es esencial. Que puedo vestir y usar los accesorios que me gustan y me hacen sentir cómoda, y que sobre todo estoy en un ambiente en el que hombres y mujeres tienen el mismo valor.
Me gustaría decir que lo anterior sucede todo el tiempo. Sin embargo, esto sería un engaño. El mundo del derecho siempre se ha caracterizado por tener una energía masculina, con un carácter fuerte, elegante, de mucho estudio. En este contexto, a menudo se considera que solo tus palabras tienen validez si te vistes de manera apropiada.Aunque estamos en constante evolución y el campo del derecho debería ser igualmente flexible, aún persisten opiniones arcaicas según las cuales, si no encajas en el estereotipo tradicional de un abogado, careces de relevancia en la profesión legal.
Necesitamos dejar atrás estas perspectivas obsoletas. Es fundamental reconocer que estamos en una sociedad en constante transformación y que todos merecemos acceso a nuestros derechos, independientemente de nuestras circunstancias.
Debemos de estar conscientes que la opinión de una mujer tiene el mismo valor que la de un hombre, que es lo mismo si eres indígena, homosexual, tienes capacidades diferentes o estás en una condicion desfavorable. Esto implica garantizar una defensa adecuada para todas las personas.
Es evidente que el cambio no ocurrirá de la noche a la mañana. Requiere esfuerzo, implica levantar la voz y ejercer presión desde nuestros respectivos lugares para comenzar a lograrlo.
Mi tarea como estudiante consiste en señalar desde las preferencias de algunos profesores hacia ciertos grupos, hasta la evaluación subjetiva y la disparidad en la participación entre géneros. A menudo, los hombres se apropian de la participación, mientras que nosotras como mujeres a veces tememos defender nuestro punto de vista debido a la percepción de que lo que decimos carece de sentido o porque algunos consideran que el derecho «no es una carrera para mujeres por su sensibilidad».
Es lamentable que aún estando en el 2023, un año con muchos avances en cuanto a diversidad, género y discriminación, sigamos escuchando este discurso sobre el derecho.
Me gustaría concluir agradeciendo a todos los profesores y profesoras que hacen de mi facultad, un lugar agradable, un lugar en donde disfrutamos estar. Gracias a todos los que son empáticos con los estudiantes y por transmitirnos el amor por el derecho mediante sus enseñanzas.