- La autora que cursa la carrera en Derecho en el Tecnológico de Monterrey hace un enfoque metafórico para explorar la analogía del Derecho como una semilla que tiene el potencial de crecer, florecer y fructificar para influir en la formación de abogados competentes y éticos
El Derecho ha sido descrito de diversas formas a lo largo de la historia. Para algunos, representa el acceso a la justicia y la libertad, pero para otros, es el cimiento de la voluntad humana en la interacción social. Algunos incluso lo consideran como el tejido mismo que sostiene nuestra convivencia en sociedad.
Desde mi perspectiva, visualizar el Derecho como una semilla es una analogía esclarecedora. ¿Por qué? Porque como una semilla, el Derecho posee el potencial de crecer, florecer y fructificar. En su estado inicial, puede parecer pequeño, pero al igual que una semilla germinante, se expande y desarrolla a medida que se nutre con conocimiento y comprensión.
En esta línea de pensamiento, la educación emerge como un pilar fundamental. Tal como una semilla precisa de agua, luz y nutrientes para prosperar, el Derecho requiere un entorno educativo adecuado y una comprensión profunda de sus fundamentos. A medida que se ahonda en el estudio jurídico, se nutre y se riega con razonamiento lógico y reflexión ética, la semilla del Derecho comienza a echar raíces en el suelo de la justicia y la equidad. Con el tiempo, su crecimiento se asemeja al de una planta robusta. Sus ramas representan diversas ramas del derecho, desde lo penal hasta lo civil, y sus hojas son los casos y precedentes que enriquecen su comprensión.
Como estudiante de la licenciatura en Derecho, reconozco que la enseñanza de esta disciplina trasciende las aulas y moldea la interacción de individuos con las normas que regulan sus vidas.
Al igual que una planta enfrenta vientos y tormentas, el Derecho enfrenta desafíos legales y cambios sociales. No obstante, sus raíces profundas en valores y principios le permiten resistir y adaptarse.
Como estudiante de la licenciatura en Derecho, reconozco que la enseñanza de esta disciplina trasciende las aulas y moldea la interacción de individuos con las normas que regulan sus vidas. Siendo una disciplina estudiada desde las civilizaciones griegas y romanas, sostengo que el Derecho debe ser considerado como un fenómeno social en constante evolución.
En este sentido, es imprescindible tener en cuenta que el Derecho surge como un medio para permitir la interacción de nosotros mismos en sociedad, donde nuestras comunidades constantemente se han visto expuestas a cambios. Por consiguiente, y ante estructuras sociales en constante adaptación, se ha visto como una herramienta fundamental el cambio en nuestros códigos legales.
No obstante, a pesar de los cambios que atraviesan las sociedades, los métodos de enseñanza del Derecho han permanecido sorprendentemente inalterados. Como alguien que ha observado la educación jurídica desde diferentes contextos familiares y académicos, es evidente que las metodologías de enseñanza no han evolucionado en la misma medida que las demandas de nuestra sociedad.
Aunque los principios éticos y morales subyacen en las leyes, es crucial cuestionarnos si sería eficaz mantener una planta en diferentes climas sin ajustar sus cuidados. Una educación jurídica completa requiere una comprensión no solo de los principios legales, sino también de su contexto histórico, social y cultural.
El Derecho no es estático; evoluciona para adaptarse a las cambiantes realidades. Por lo tanto, una educación jurídica sólida debe abordar tanto las raíces históricas como las tendencias contemporáneas, permitiendo a los estudiantes comprender cómo las leyes interactúan con su entorno.
En la actualidad, enfrentamos no solo avances digitales, sino también nuevos desafíos y fenómenos sociales. La habilidad para pensar lógica y analíticamente es esencial en el mundo legal, donde las soluciones no son siempre evidentes y las implicaciones son vastas.
En la actualidad, enfrentamos no solo avances digitales, sino también nuevos desafíos y fenómenos sociales. La habilidad para pensar lógica y analíticamente es esencial en el mundo legal, donde las soluciones no son siempre evidentes y las implicaciones son vastas. Una educación que fomente la resolución de problemas y el pensamiento creativo prepara a los individuos para abordar desafíos legales complejos con confianza y destreza.
En ocasiones, la educación jurídica se enfoca en la aplicación rigurosa de la ley en lugar de fomentar el pensamiento crítico y la creatividad.
Asimismo, invertir en una educación jurídica de calidad es una inversión en la construcción de una sociedad justa, donde se preserva la conexión entre el derecho y la ética. La educación jurídica no solo debe transmitir conocimientos sobre lo legal e ilegal, sino también cultivar la habilidad para discernir lo ético y moralmente correcto. Esto implica formar abogados y profesionales legales que no solo cumplan con las leyes, sino que también promuevan valores fundamentales de justicia y equidad en su práctica.
Otro aspecto a considerar es la falta de enfoque en habilidades interdisciplinarias. El derecho no existe en aislamiento; está interconectado con la política, la economía, la ética y otros campos. No obstante, el estudio del Derecho muchas veces no integra estas perspectivas, limitando la comprensión global de cómo las decisiones legales impactan en la sociedad.
De manera similar a cómo una planta madura produce frutos que benefician a todos, el derecho bien entendido y cultivado contribuye a una sociedad más justa y equitativa. Los frutos son las decisiones judiciales que resuelven conflictos, las leyes que protegen los derechos individuales y colectivos, y las instituciones que garantizan el estado de derecho.
Al igual que una semilla crece en un árbol que brinda sombra y refugio, el derecho establecido ofrece seguridad y protección en la vida cotidiana. En una época que clama por el crecimiento, la educación se erige como el cimiento para un sistema legal saludable y una influencia positiva en la sociedad. Al igual que una semilla requiere cuidado constante para transformarse en una planta fuerte y fructífera, el derecho necesita atención constante y una sólida base de conocimiento para florecer y enriquecer la vida de las personas.