Junto con la concentración de las actividades económicas en la ciudad, la explotación del mundo animal y vegetal está relacionada con la crisis de salud y económica derivada de la pandemia del Covid-19
Boris Graizbord | graizbord@colmex.mx | Escala Legal A1V7
El Covid 19 ha generado dos crisis que antes no se habían entendido como interrelacionadas.
Una crisis de salud y una crisis económica.
Para entender estas interrelaciones es necesario a su vez comprender el alcance de cada una.
Aquí de manera somera quisiera explorar sus relaciones con el medio ambiente.
La primera, la de la salud, se ha referido como resultado de la explotación del mundo animal y vegetal.
De tal manera que se ha vulnerado el equilibrio ecológico y afectado cadenas tróficas al tiempo que se incide en la biodiversidad.
El que el virus pudo tener origen en un mercado local en Wuhan en el que se comercian especies silvestres para consumo humano no es probablemente novedad.
No es la especie la causante sino el manejo comercial de la especie.
Lo mismo sucedió con anteriores pandemias y transmisión de virus de animales a humanos.
De tal manera que debemos, de acuerdo a los ambientalistas, frenar la presión sobre la naturaleza y cuidar la conservación de especies y su consumo.
Para detener la pérdida de biodiversidad y así evitar estos puentes y saltos en la transmisión de enfermedades.
En el caso de la segunda, la económica, el vínculo lo podemos apreciar a partir de la concentración de las actividades económicas en la ciudad.
Estas producen y consumen quizá 80 por ciento de los recursos y emplean una proporción cercana a esta cifra de trabajadores en menor proporción en manufacturas.
Pero en el sector terciario quizá las tres cuartas partes o más del empleo.
El proceso de urbanización intensificado desde las últimas tres o cuatro décadas del pasado siglo ha propiciado la expansión de las ciudades y la concentración de la población en el ámbito urbano.
En la actualidad más de la mitad de la población mundial habita en localidades urbanas y el crecimiento demográfico se concentra en las grandes urbes de los países del llamado Sur Global.
De las 36 megaciudades del mundo en 2017 de más de 10 millones de habitantes, tres cuartas partes se localizaban en Asia (exceptuando Japón), África y Meso y Sudamérica.
Pero todas las ciudades “millonarias”, que en la actualidad son aproximadamente 500, requieren para su mantenimiento y función enormes cantidades de insumos materiales.
La presión sobre la naturaleza rebasa, como se ha documentado, la capacidad de respuesta del ecosistema global en algunos ámbitos.
Nos informaban Vitousek y coautores, que al fin del siglo XX, que dos terceras partes de la superficie terrestre estaba ocupada por la actividad humana (el uso del suelo transformado).
La concentración de CO2 en la atmósfera había aumentado más de 30 por ciento desde la Revolución Industrial; más de la mitad del agua dulce disponible superficialmente se utilizaba para actividades y consumo humano; y una cuarta parte de las especies de aves ya se había extinguido.
Me parece pertinente que los lectores aprecien el mensaje de la segunda referencia de la nota con el propósito de ampliar la visión acerca de lo que enfrentamos que, por cierto, tiene repercusiones económicas locales, nacionales e internacionales
Se parte precisamente de la presión sobre los recursos materiales, cuya geografía no es homogénea.
Pero, además, se distribuyen en su consumo de manera desigual pues per cápita entre países se aprecia una brecha de 10 a 1 veces entre los países de ingresos elevados y los de bajos ingresos.
El impacto se intensifica en las grandes aglomeraciones urbanas y de ahí la vulnerabilidad de sus poblaciones ante cualquiera emergencia o contingencia natural o antrópica.
Nuestro comportamiento tendrá que modificarse y esa es quizá una de las moralejas de la situación en la que nos encontramos desde la difusión global del virus y la respuesta diversa y muy dispareja de los gobiernos en todo el mundo.
El mensaje sintetiza una advertencia (1) y varias sugerencias (2-5) para la toma de decisiones:
- 1) Se prevé que el consumo mundial de recursos materiales alcanzará una cifra próxima a los 90.000 millones de toneladas en 2017 y que podría llegar a duplicarse entre 2015 y 2050.
- 2) Los impactos medioambientales –incluidos el cambio climático y la contaminación– no pueden atenuarse de manera eficaz centrándose únicamente en la reducción de las emisiones.
- 3) Es necesario desvincular la actividad económica y el bienestar humano del consumo de recursos (mejorando su eficiencia) para lograr el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para todos.
- 4) Para lograr una desvinculación eficaz, los flujos lineales de materiales… deben volverse circulares gracias a una combinación de diseño inteligente de infraestructuras y productos, normalización, reutilización, reciclaje y refabricación.
- 5) La eficiencia de los recursos y la economía circular crean empleos y ofrecen a largo plazo mejores resultados socioeconómicos y medioambientales que los… habituales.
Nuestro comportamiento tendrá que modificarse.
Esa es quizá una de las moralejas de la situación en la que nos encontramos desde la difusión global del virus y la respuesta diversa y muy dispareja de los gobiernos en todo el mundo.
Lo que sí es un hecho es que cada vez que tengamos que tomar una decisión para adquirir algún producto, movernos o desplazarnos por diversos motivos, o comunicarnos por alguna razón tendremos que considerar cuál es el contenido material y el virtual de agua y energía del producto, de qué modo y que tan necesario es que nos transportemos y cuál es el medio o canal que usaremos para tal comunicación ya sea con nuestros conocidos o con el servicio que requerimos.
¿Nos vamos a acostumbrar?
¿Tenemos los elementos a la mano?
¿Hay tecnología adecuada?
Son preguntas obligadas…
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