Uno de los cambios más importantes que se han impulsado en las escuelas de derecho en los últimos años, es el incremento de mujeres en cargos directivos, al igual que en la plantilla docente, de investigación y administración en general.
En este artículo de opinión quisiera compartirles algunos de los retos que estas mujeres que encabezan las escuelas de derecho me han compartido, otros que he leído y escuchado, con la finalidad de reconocer su trabajo y esfuerzos este mes de marzo.
La confianza
El primer reto compartido es la dificultad que sienten para confiar en ellas mismas. Les ha costado decirle adiós al síndrome del impostor y quitarse la idea de “ser pasantes” o de estar siempre trabajando sin reconocimiento. Para algunas es difícil hacer a un lado el acatar órdenes. Ha llegado el momento en el que se les reconozca sus contribuciones a la educación y profesión jurídica.
Autonomía en la toma de decisiones
Hay un desafío en que dejen actuar a las directoras por sí solas. Las direcciones, rectorías y/o consejos (liderados por hombres) superiores de la dirección a la que representa la directora no deberán inmiscuirse en las decisiones que ella tome dentro de la escuela de derecho, por el contrario, debe de propiciarse un espacio para que se escuche, se discuta y reflexione sobre la toma de decisiones.
Las mujeres en todos los ámbitos sufren desigualdad salarial, esto es un tema que no podemos dejar de mencionar ya que en México existe una diferencia del 12 por ciento entre salarios de hombres y mujeres.
Constante aprendizaje
Las mujeres que están en estos cargos, al igual que los hombres, tienen la presión de seguir trabajando en su formación. En esta profesión mantenerse actualizada y adaptarse a los cambios equivale a horas de estudio y preparación. La diferencia con los hombres es que muchas mujeres sufren de una doble jornada laboral, fenómeno que implica la suma de cargas vinculadas al trabajo, la familia y el hogar.
La brecha salarial
Las mujeres en todos los ámbitos sufren desigualdad salarial, esto es un tema que no podemos dejar de mencionar ya que en México existe una diferencia del 12 por ciento entre salarios de hombres y mujeres. Esta disparidad existe aun cuando fungen el mismo rol, responsabilidades y competencias. El reto es que las directoras exijan que se reciba el salario equivalente a su trabajo.
Transversalizar la perspectiva de género
Otro reto es trabajar una agenda con perspectiva de género, no podemos dar por sentado que por ser mujer y directora cuente con esta perspectiva. Es importante fomentarla en todos los ámbitos, desde la creación de espacios para mujeres, puestos de trabajo, programas para visibilizar desigualdades, capacitaciones para sensibilizar en el tema a las demás personas que forman parte de las escuelas de derecho, entre otros.
Balance entre la vida personal y profesional
Este equilibrio que se pretende lograr requiere que haya límites en las exigencias laborales, al igual que en los roles que se ocupan en el hogar. Generalmente las mujeres son criticadas por no desempeñar los roles “tradicionales” asignados por la sociedad, algunos ejemplos son el cumplir el rol de hija, pareja, madre, hermana, amiga.
Las historias de liderazgo no se construyen en solitario, vienen con ellas mucho trabajo en equipo, en lo personal-familiar y en lo profesional. Las redes de apoyo que las mujeres van identificando y eligiendo para encontrar soluciones a los problemas diarios por la carga de una doble o triple jornada, la cual implica el trabajo doméstico, la provisión de cuidado y el ejercicio de su profesión.
Tenemos que entender que estamos en proceso, que el camino no se ha acabado pero ¡vamos avanzando! Cada vez es más notoria la participación de mujeres en cargos directivos, tomemos como ejemplo otras instituciones que son valiosas para la profesión.
Las mujeres que ejercen este trabajo tienen que velar por su bienestar y eso significa que se genere una armonía entre la vida personal y profesional, generalmente cuando no estás bien en un ámbito tampoco lo estás en el otro. Seamos permisivas de sentir y saber nuestros límites y alcances, las renuncias no tienen que ser absolutas.
También quisiera mencionar que esta realidad no solo la viven las directoras de las escuelas de derecho, es algo que viven miles de mujeres de otras profesiones.
Este grupo de mujeres y retos que quise compartir con ustedes, es un ejemplo más de los miles vinculados a la necesidad de luchar por la igualdad de género para que exista ese piso parejo en todos los espacios en los que nos desenvolvemos.
Tenemos que entender que estamos en proceso, que el camino no se ha acabado pero ¡vamos avanzando! Cada vez es más notoria la participación de mujeres en cargos directivos, tomemos como ejemplo otras instituciones que son valiosas para la profesión.
Los floreros se acabaron. Ya no hay mujeres para adornar espacios, estamos ocupando el lugar para proponer, trabajar y decidir. Y a las directoras, ¡gracias por abrir el camino! Y por inspirarnos a muchas para que en un futuro, no muy lejano, más mujeres se incorporen a estos puestos de liderazgo.