El director de Planeación Estratégica del Grupo CLISA realiza un panorama de la economía mexicana para el año que comienza, en el cual los efectos de la pandemia están lejos de terminar pero el nearshoring ofrece una esperanza.
- La economía no soporta un encierro más, por ello las estimaciones no consideran que alguna variante de COVID-19 represente medidas más agresivas
- La problemática de las cadenas de suministros evidenció la dependencia que tiene Estados Unidos de Asia
Como ocurre cada inicio de año, estamos bombardeados por proyecciones respecto al desempeño de la economía mexicana para 2022. A pesar de que no se trata de una ciencia exacta, parece que publicaciones, analistas financieros, entidades nacionales y globales, están usando el mismo script: acabamos de pasar por dos años particularmente difíciles y aún y cuando las economías del mundo pudieran estar trabajando hacia una recuperación, las señales que presenta nuestro país parecieran no ser tan alentadoras.
El pronóstico de crecimiento de la economía mexicana en 2022 es de poco menos de tres por ciento, situándose en niveles de pre-pandemia. Sin embargo, el resto del mundo está mostrando señales de recuperación más fuertes.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) reporta que se espera que China crezca a 5.6 por ciento, Estados Unidos a 5.2 por ciento, la Comunidad Europea al 4.3 por ciento, el Resto de Asia a cuatro por ciento, África Subsahariana al 3.8 por ciento. Al parecer, los esfuerzos estarán enfocados en la contención sanitaria e inflación.
Los efectos de la pandemia están lejos de terminar. Pero la economía no soporta un encierro más.
Es necesario entender que todavía faltan más olas y más variantes pero la clave es evitar los cierres totales de operaciones. Los esquemas de vacunación y el uso de cubrebocas ayudan enormemente.
Los altos costos de transporte han afectado significativamente a las cadenas de suministro, las cuales se esperaría que pudieran empezar a mostrar signos de recuperación hacia la segunda mitad del año. Esto llevaría a mantener el nivel de inflación cercano a siete por ciento durante el primer trimestre, de seis por ciento para mediados de año y cerrar los dos últimos trimestres en niveles de alrededor de 5.5 por ciento.
Este estimado no considera que alguna variante de COVID-19 represente un riesgo que requiera medidas más agresivas para su manejo y control.
Otro punto a considerar es el nombramiento de Victoria Rodríguez como la nueva gobernadora del Banco de México. El anuncio provocó cierta volatilidad en la tasa de cambio por el desconocimiento sobre su persona. Los mercados están esperando conocer sus primeras decisiones y si no incluye el incrementar la tasa de interés, pudiera tener un efecto adverso en la inflación.
Si la economía en Estados Unidos tiende a normalizarse y fortalecerse, podríamos esperar que la tasa de cambio cierre el año alrededor de los 22 pesos por dólar, con períodos de volatilidad durante el año, a consecuencia de los vaivenes inflacionarios.
Según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, el desabasto de chips se normalizará en la segunda mitad del año, impulsando el crecimiento de las exportaciones. Esto repercutirá en un crecimiento de la economía desigual por sectores y regiones que no es nada alentador.
El optimismo del nearshoring
Por otro lado, hay razones para ser optimistas. De hecho, se trata de oportunidades de crecimiento que no se han presentado en décadas.
Lo que evidenció la problemática de las cadenas de suministros es la dependencia de Estados Unidos de Asia, específicamente de China. La distancia, las diferencias culturales y cómo hacer negocios han impactado a tal grado de evaluar el migrar esas fuentes de suministro de este lado del Pacífico.
El objetivo sería pasar del offshoring al nearshoring. Este último significa ubicar sus fuentes de proveeduría más cerca de sus centros de producción.
Con esta estrategia, muchas empresas que están evaluando esta opción están volteando sus ojos a México. Sin embargo, requerirán entre otras cosas una cantidad importante de energía en sus procesos.
La situación con la Reforma Energética y su incierto impacto en el precio de los energéticos, representa un riesgo para este tipo de iniciativas. Para aprovechar esta oportunidad, México debería de preparar el terreno para recibir este tipo de inversiones, con una reforma energética clara y transparente, con la preparación de parques industriales con acceso a electricidad y gas.
El norte del país está situado junto a la cuenca de gas más competitiva del mundo y esa es una ventaja que se debe de capitalizar. Se requeriría incrementar la inversión en infraestructura logística para poder hacer que los suministros fluyan más eficientemente en caminos, ferrocarriles y gasoductos.
Para dimensionar el tamaño, reemplazar 10 por ciento de las exportaciones de China a Estados Unidos representaría alrededor de 70 mil millones de dólares, según el Banco Interamericano de Desarrollo.
México tiene la posición geográfica ideal para aprovechar esta oportunidad que ahí está. Entenderla, legislarla y ejecutarla de manera adecuada sería aprovecharla.