- La autora especialista en administración nos comparte su historia de éxito desde que llegó a Monterrey hace 40 años, cómo logró
vencer obstáculos y abrirse paso para dirigir cámaras empresariales.
Llegar a Monterrey en 1981, siendo una adolescente con raíces en el sureste del país y proveniente de la Ciudad de México, fue uno de los primeros retos que enfrenté en esta ciudad. En aquellos años el área metropolitana de Monterrey contaba con una población cercana al millón de habitantes y un inconsciente colectivo poco empático con “los chilangos”.
Eso en parte motivado por el estigma: “El norte trabaja y al sur se le subsidia”, sentencia errática cuando se trata del juicio a un padre, mi papá, que trabajó desde muy pequeño y a quien en un momento se le presentó la oportunidad de colaborar para un destacado grupo industrial regiomontano, aunque eso implicara en aras del bienestar, un cambio de entorno y la mudanza de su familia a otra ciudad.
Hoy, varias décadas después, somos (porque ya me considero regiomontana), 5 millones de habitantes en el área metropolitana de Monterrey, ciudad de gran dinamismo económico y en constante crecimiento, que ofrece para quien está dispuesto a comprometerse, oportunidades de desarrollo personal y profesional. La cultura laboral de nosotros, los regiomontanos, es un rasgo de identidad. Es un distintivo.
DESTACADO
La cultura laboral de nosotros, los regiomontanos, es un rasgo de identidad. Es un distintivo.
En cuanto a lo académico, estudié la Licenciatura en Estudios Internacionales en el Tecnológico de Monterrey y gracias a una gran amiga
regia, pude ingresar a hacer prácticas profesionales en la Cámara de la Industria de Transformación de Nuevo León (CAINTRA), donde comencé mi
trayectoria en las Cámaras Empresariales.
Años después, convencida de la importancia de continuar mi desarrollo profesional, cursé y me titulé en la Maestría en Desarrollo Organizacional, en la misma Universidad, objetivo que me fue posible alcanzar gracias al apoyo de un pequeño grupo de empresarios constructores. En los organismos empresariales uno convive todos los días con pequeños emprendedores, con ejecutivos de grueso calibre y con grandes capitanes
de empresas, siendo en su inmensa mayoría hombres. Fue en este ambiente en el que no sé si impulsada por ser mamá joven o por demostrar
que las mujeres también podemos destacar, que me propuse escalar posiciones y tomar las oportunidades de desarrollo, al tiempo en que se me
fueron presentando.
En retrospectiva estoy convencida que el éxito se cimentó en valores fundamentales como lo son: la ética laboral, la dedicación, el sentido de la
responsabilidad, la apertura al aprendizaje y un alto grado de compromiso personal, no únicamente en lo laboral, sino para conmigo.
DESTACADO
En retrospectiva estoy convencida que el éxito se cimentó en valores fundamentales como lo son: la ética laboral, la dedicación, el sentido de la responsabilidad, la apertura al aprendizaje y un alto grado de compromiso personal.
En un mundo de hombres, durante el período 2000-2015 destacar no era fácil, había que librar los horarios de trabajo y capitalizar todo el conocimiento y la experiencia estando cercana a esos líderes con los que pude colaborar, y de quienes aprendí enormidades.
Ese capital de conocimiento y experiencia encontró oportunidad de ser puesto en marcha, cuando en junio de 2005 se me presenta la
oportunidad de dirigir la Cámara de Propietarios de Bienes Raíces (CAPROBI) y posteriormente la Cámara Mexicana de la Industria de la
Construcción (CMIC). Ambas fueron oportunidades de vida, no sólo por el reto que representaba operar una Dirección General, sino también por la gran responsabilidad, porque son organismos altamente reconocidos por la sociedad que desempeñan un contrapeso ante acciones y decisiones de los gobiernos estatales y municipales.
Por un lado, había que tomar las riendas de la administración estableciendo la planeación estratégica, su aplicación y seguimiento para poder contar con una membresía representativa, unida y participativa, pero al mismo tiempo innovando en servicios que permitieran entender y atender
necesidades sectoriales, ofrecer soluciones y principalmente agregar valor traduciéndolo en acciones incrementales de la competitividad de
las empresas afiliadas.
La consecuencia de ello nos permitiría en correspondencia, que se generaran finanzas sanas, con el objetivo de ser organismos sustentables y sostenibles. Monterrey no es fácil, aún prevalece la importancia de haber nacido aquí o de ser parte de una familia arraigada. No es fácil pero tampoco imposible. Lo que es relevante destacar es que, en un mundo tan competido, hay que prepararse no sólo desde el punto de
vista académico, sino también mantenerse vigente en el área de expertise de cada persona.
En mi caso la disposición al servicio fue parte de mi filosofía de trabajo, así como estar siempre abierta y entusiasta ante los retos que se
presentaban. En la actualidad me desempeño como administradora de un conjunto de inmuebles, colaborando para un empresario a quien tuve la
oportunidad de conocer como presidente de una de estas Cámaras, y es gracias al prestigio ganado que me desarrollo en un ambiente de confianza, con enfoque en los resultados y en la excelencia en el servicio al cliente.
La principal riqueza que estas experiencias profesionales me han dejado, sin duda, es la satisfacción de haber dejado huella en muchos de los
empresarios para quienes he colaborado y de haber trascendido en los colaboradores que han formado parte fundamental de mis equipos de
trabajo, ser considerada referencia en el medio de los organismos empresariales es el mejor reconocimiento.