La relación entre México y Estados Unidos atraviesa uno de sus momentos más tensos, marcada por el resurgimiento de políticas antiinmigrantes impulsadas por el presidente Donald Trump y el uso de aranceles como instrumento de presión política.
Para miles de mexicanos, el llamado «sueño americano» se desvanece ante un escenario cada vez más hostil.
La imposición de nuevos aranceles por parte del gobierno estadounidense, con el objetivo de forzar cambios en las políticas migratorias y de seguridad mexicanas, no solo pone en riesgo la estabilidad del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), sino que afecta gravemente los empleos de sectores estratégicos en México como la agricultura, la industria automotriz y el acero.
Estas decisiones han tensado la relación bilateral y dificultado el diálogo entre la presidenta Claudia Sheinbaum y la Casa Blanca. A la par, las redadas masivas y las deportaciones en territorio estadounidense han incrementado la incertidumbre y el miedo entre comunidades migrantes, debilitando aún más la idea de Estados Unidos como tierra de oportunidades.
Hoy, el sueño americano se desmorona bajo la sombra de la exclusión y la coerción económica.
La gran pregunta es: ¿cómo responderá el gobierno mexicano? ¿Defenderá su soberanía y los derechos de sus connacionales, o seguirá cediendo ante las presiones de Washington?