La mañana del viernes 23 de agosto Christian despertó con una sensación de agotamiento. En los últimos días, había experimentado una montaña rusa de emociones tras recibir una noticia que alteró su rutina: el Poder Judicial de la Federación va al paro laboral en protesta contra la reforma judicial impulsada por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Era algo que definitivamente no veía venir. Sabía que existía un conflicto, pero nunca se imaginó que fuera a escalar tanto hasta llegar a la suspensión de actividades y todo lo que implicaba en su trabajo.
Christian tiene 28 años de edad, es abogado litigante y su trabajo es precisamente interponer amparos para defender a sus clientes y desde hace 4 años que egresó de la carrera.
Como muchos abogados, su sueño había sido hacer carrera en el Poder Judicial. Ahora solo quedan atisbos de eso.
Pese a todos los problemas que le provoca el paro de labores, Christian siente empatía con la decisión de los trabajadores del PJF de protestar contra la reforma. Sabe qué implica y, sobre todo, le provoca ruido el tema más complejo de la misma: la elección de jueces, magistrados y ministros a través del voto popular.
“¿Cómo van a ser elegidos?”, me pregunta. “¿Será gente realmente preparada, o bien, darán entrada a nepotismo, arbitrariedades y corrupción como pasa en este y otros países a la hora decidir cargos?”.
Y me confiesa: “Este paro me deja en un estado de incertidumbre”.
El abogado está preocupado por sus clientes, entre ellos Juan, un joven de 26 años quien en mayo de este año fue injustamente acusado de robo con violencia y se le dictó auto de vinculación a proceso.
Juan tiene una concubina y un hijo de apenas meses.
Christian interpuso un amparo para impugnar la resolución y un juez le concedió la suspensión, sin embargo su cliente aún no puede quedar en libertad porque no se pudo notificar al resto de las partes por la suspensión de actividades en los juzgados.
El proceso continuará y Juan seguirá sometido a un proceso penal hasta que se complete la notificación a las demás partes. Mientras tanto, los familiares se preguntan qué sigue y Christian no sabe bien qué responderles.
“Tengo temor: se ha esparcido el rumor ahora que es cuestión de tiempo para que el Poder Judicial de Nuevo León también entre a paro junto con otros estados”, cuenta el abogado. “Esto provocaría más carga de trabajo y, por ende, más procesos detenidos. Estamos dentro de un juego político que pareciera seguir caprichos de ciertos grupos en el poder, y, por otro lado, sí, también hay quienes luchan por su trabajo, la justicia e independencia, pero completamente alejados de quienes deben convencer: los ciudadanos, los civiles”.
Junto con cientos de trabajadores del Poder Judicial de la Federación, Christian acudió a la marcha convocada en Palacio de Gobierno de Nuevo León la tarde del 23 de agosto para protestar contra la reforma judicial.
“No me gustaría aspirar a un puesto de función pública como juez si tengo que trabajar para los intereses de unos pocos”, me dice con voz inquietante.
“Me debo a la justicia, no para satisfacer a un grupo de poder que estén en el momento. Y si mis sueños se ven comprometidos por mis ideales, no me hace sentir tan mal”.
“Es un golpe de Estado por el propio Estado”
Son pasadas las 5 de la tarde y un hombre de aspecto afable y de unos 50 años de edad, mueve su brazo sobre su cabeza protegiéndose del sol picante de Monterrey. Es pleno verano, la temperatura es de 34 grados y el calor del asfalto lo está haciendo incomodarse.
Se enfila a un costado del Palacio de Gobierno donde ya están cientos de personas esperando que inicie la movilización. Todos portan una playera o camisa negra y Fernando no es la excepción.
Él ha sido Juez en el Poder Judicial de la Federación desde hace casi 20 años. Su trabajo es negar o conceder las suspensiones de amparo. Le gusta citar a José María Morelos. “Que todo aquel que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, ampare y defienda contra el arbitrario».
Lo que más le indigna de la reforma judicial es la propuesta del Ejecutivo de elegir a los jueces y magistrados por voto popular.
“El supremo poder de la federación está constituido por tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. La división tripartita implica un respeto entre todos”, opina el juzgador. “De manera que si desde el Ejecutivo quieres socavar la independencia judicial, es un poder que socava otro poder. Esto equivale a un golpe de Estado por el propio Estado”.
Y agrega: “Es decir, ni el Poder Judicial puede debilitar al Ejecutivo ni viceversa. Lo que debes hacer es moverte dentro de un campo legal y constitucional”.
Es la hora del tráfico en la ciudad y comienza a percibirse el ruido rutinario de esta jungla de concreto. En la Explanada de los Héroes se instala el escenario donde los líderes del movimiento darán a conocer su pronunciamiento.
-¿Usted considera que esta reforma está politizada?”, le pregunto al Juez Fernando.
Se encoge de hombros y acomoda sus lentes como mero acto inconsciente. “Sí, así es. Está politizada. El Poder Judicial en cualquier ámbito no es político, es jurídico. El ámbito político es ajeno a nosotros. ¿Cómo se salvaguarda esto? Con la independencia judicial”.
El Juez Fernando habla con serenidad, pero inyecta sabiduría en cada una de sus palabras. Más allá de su narración, su semblante se percibe de preocupación. “Veo a tantos jóvenes con mucho entusiasmo, están constantemente preparándose porque quieren ser secretarios, luego juzgadores. Si esta reforma se autoriza las ilusiones de estos jóvenes ahí quedan. La realidad es que la experiencia en juzgados es muy importante”.
En la Explanada de los Héroes familias y personas fraternizan. Si bien todos van uniformados, algunos grupos visten playeras con diferentes leyendas como “¡Ignorarnos no es diálogo!” o “¡La reforma judicial no garantiza una justicia imparcial!”. Y como si de un accesorio se tratara cargan consigo velas color blanco.
«¿Cuál es el punto clave que considera esencial que los ciudadanos comprendamos sobre esta reforma judicial?», le pregunto al Juez Fernando.
«No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo”. El juez sonríe. «Eso es el respeto. Decir: ‘¿Sabes qué? No comparto tu idea, pero hablemos’. En la divergencia debe haber concordancia. México es un país pluricultural, lleno de ideas diversas que deben converger. Tenemos que buscar el bien común, trabajar por un mejor país”.
“Estamos unidos en una causa común»
“Nunca nos terminamos de conocer todos, hasta hoy veo la cara de muchos colegas. Es bueno saber que estamos unidos”, me dice Elisa Buentello antes de saludar con entusiasmo durante la marcha al Juez Fernando. Su voz es ensordecida por el sonido de los cláxones en apoyo de la manifestación. Los coches circulan sobre la calle Zaragoza y aunque nos encontramos más cerca del templete que de la calle, el bullicio a nuestro alrededor no se dispersa.
Elisa tiene unos ojos expresivos y refleja agobio. Se desempeña como oficial judicial y aunque cuenta con 25 años de experiencia en el campo comenta que hace 4 años decidió dejar de ser particular y comenzar su carrera judicial. El Juez Fernando interviene y dice que es magnífica en su trabajo y que, así como él, ha progresado en su formación laboral por méritos y dedicación.
Los oficiales judiciales son el primer contacto institucional con la institución. Ellos apoyan en la verificación de documentos, así como en el registro de libros y realizan investigación documental.
“Nos conocemos por ser un órgano pasivo, pero en este momento hablamos de una pérdida de autonomía, que es la verdadera alerta aquí”, advierte Elisa. “La reforma podría poner en riesgo la libertad y la soberanía de México. Estamos unidos en una causa común. Hoy he dejado todo para poner mi granito de arena, mi aporte, porque la unión hace la fuerza. Veremos si, al estar todos juntos, somos escuchados”.
“La reforma afecta la independencia judicial”
A un lado de la avenida Zaragoza, sosteniendo dos cartulinas de colores llamativos con la leyenda “PJF contrapeso nacional” y “El PJF defiende tus Derechos Humanos”, se encuentra un grupo de personas que sonríen cada vez que un claxon suena al pasar junto a ellos en apoyo a su protesta.
Lorena Ruiz y Selene Dueñes son quienes alzan los carteles sobre su cabeza cuando el semáforo cambia al color verde. Vestidas de negro excepto sus zapatos dan como todos los reunidos ahí, una declaración implícita.
Lorena es actualmente abogada postulante, pero durante 20 años trabajó en el Poder Judicial del Estado de Nuevo León. Su carrera judicial comenzó a los 17 años siendo meritoria. Mientras recuerda sus inicios de ejercicio laboral no deja de lado su encomienda, cada bocinazo es una sonrisa de vuelta.
“Me salí del Poder Judicial para desarrollarme en otras áreas, pero me llevo una lección muy valiosa: el Poder Judicial Federal y Estatal están formados por personas con un fuerte sentido de justicia. No es simplemente un trabajo más. Es un compromiso social”, dice convencida.
Lorena es bajita, enérgica y se expresa con entusiasmo. Cuenta que se encuentra cansada del estigma que se tiene al Poder Judicial y que considera ha incrementado desde que está siendo atacado directamente desde el gobierno federal.
“Esta reforma afecta directamente la independencia judicial, la autonomía de jueces, magistrados y ministros. Es crucial que estos funcionarios sean independientes para tomar decisiones sin influencias externas. Se busca que estén fuera de ese sesgo, del favoritismo, del compadrazgo”.
“Este cambio abrirá la puerta al nepotismo y a la corrupción”
Son pasadas las 6 de la tarde y apenas cae el sol. El ambiente a nuestro alrededor comienza a tensarse a medida que la calle Zaragoza se congestiona por el cierre de vialidades.
Entre los manifestantes concentrados en la Explanada se encuentra Edgar Ulises Rentería Cabañez, quien tiene 22 años de carrera judicial y actualmente se desempeña como magistrado del Segundo Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo. Tiene su cabello perfectamente cortado, usa lentes y viste una camisa negra que parece guayabera. Hay algo de él que me recuerda a mi profesor de derecho laboral.
“Yo empecé desde el puesto más bajo”, recuerda.
“De ahí he recorrido toda la carrera judicial como lo han hecho todos mis compañeros, a través de exámenes y concursos. He ocupado cargos como oficial judicial, actuario, secretario de juzgado, juez de distrito y ahora magistrado de circuito”.
Detrás de él está colocado el escenario, ahí se encuentran los organizadores. Sitúan la Bandera de México como fondo mientras realizan las primeras pruebas de sonido. En ese momento más personas se suman a la movilización, entre ellas se encuentra una mujer joven vestida como la Dama de la Justicia o Diosa de la Justicia.
El magistrado Edgar se conduce puntual y poco ha hablado de cómo le afectaría directamente la reforma a él. Hasta ese punto siempre aterriza los puntos sobre sus colegas. “La reforma busca cerrar la puerta que permitió a jueces y magistrados llegar a sus puestos. Sin esa puerta de acceso a la carrera judicial los oficiales, secretarios y actuarios ya no podrían llegar al escalón en el que nos encontramos, no podrían llegar a ser jueces o magistrados. Sin esta curva de aprendizaje difícilmente quien sea seleccionado por elección popular para ejercer estos cargos podrán realizar este trabajo con el profesionalismo, la responsabilidad y la capacidad de estudio que nosotros tenemos”.
Entre los tópicos que han generado alerta entre los juristas se encuentra el concepto de meritocracia. El magistrado Edgar afirma que esta reforma busca eliminarla ya que no será necesario demostrar méritos a través del ejercicio diario ni buscar la capacitación. Sin el incentivo de escalar en la carrera, muchos perderán el interés en formarse. “Este cambio abrirá la puerta al nepotismo y a la corrupción, ya que quienes sean designados por voto popular tendrán que hacer una campaña, y como han señalado los expertos, eso requiere mucho dinero, dinero que solo unos pocos poseen…¿cómo serán financiadas?”, pregunta.
Las emociones dominan la atmósfera. Además de la duda, se refiere tristeza, impotencia y en cierto modo decepción. Sin embargo, el magistrado Edgar confirma sentirse animado para seguir adelante con el movimiento. Espera que la sociedad los voltee a ver, que conozca el trabajo que hace el Poder Judicial de la Federación, que sepa quiénes son y por qué protestan. Mientras tanto, a un lado de nosotros grupos comienzan a encender sus velas y a desplazarse al centro de la explanada.
“Como ciudadanos, ¿qué necesitamos cuestionarnos respecto a esta reforma judicial?”, le pregunto.
Y responde: “Creo que no estamos lo suficientemente informados, y la gente no se preocupa por hacerlo. Si les preguntas si estarían de acuerdo en que jueces o magistrados fueran elegidos por votación popular, muchos dirían que sí. Pero cuando les preguntas qué hace un juez o un magistrado, no lo saben. No saben a qué se dedican ni qué es el Poder Judicial de la Federación. Entonces, ¿cómo puedes preferir que los jueces y magistrados sean elegidos por votación popular si ni siquiera sabes quiénes son o qué hacen?”.
“Estamos aquí para mantener la división de poderes y proteger los derechos de todos”
Cinco minutos antes de que inicien los pronunciamientos por parte de los voceros de los trabajadores del Poder Judicial, Valeria, una colega del abogado Christian, me presenta a su jefa Claudia Elena Hurtado, quien se encuentra junto con sus colegas atrincherada entre la estatua de Miguel Hidalgo y la de José María Morelos.
Claudia tiene una presencia imponente y un rostro amigable. Es una de las mujeres en la justicia desde hace más de 22 años. Actualmente se desempeña como jueza de distrito en materia administrativa donde resuelve casos relacionados con abusos de autoridad.
“Estamos muy unidos y convencidos que esto es lo que tenemos que hacer por México”, dice la juzgadora. “Hay mucha desinformación y malentendidos sobre el Poder Judicial, pero queremos que la sociedad sepa que somos servidores públicos comprometidos con el bienestar de todos los mexicanos. A la distancia, uno de los organizadores se encuentra sobre la tarima con un micrófono en su mano, mediante las bocinas se escuchan un par de indicaciones.
Claudia sigue hablando sobre la reforma judicial.
“Es fundamental que todos salgan a informarse y compartan la información sobre el Poder Judicial. Investiguen y no piensen que somos enemigos. Somos aliados. Dentro del Poder Judicial, no solo queremos rechazar una reforma, sino también sumar. Buscamos que escuchen nuestras ideas y propuestas, porque sabemos cómo podemos mejorar las instituciones para que las víctimas reciban la atención que necesitan, y para que todas las personas obtengan una atención de calidad”.
Entre la multitud me topo al abogado Christian, quien observa el despliegue de todos los manifestantes que ahora se dirigen a formarse sobre la calle Zaragoza. Se han roto las filas desde la Explanada de los Héroes, donde él y sus compañeros alzaron velas sobre su cabeza en señal de protesta y escucharon pronunciamientos e indicaciones. “Defendemos la carrera judicial y por eso hemos hecho el sacrificio de estar hoy aquí”, alza la voz un trabajador a través del micrófono.
Al inicio del contingente, dos hombres sostienen una corona funeraria de flores blancas donde se lee la palabra “Independencia Judicial”.
Detrás de ellos se encuentra “La Dama de la Justicia”, atada por dos verdugos. La muerte va a paso lento y como la mayoría, lleva una vela blanca encendida. El recorrido se extiende entre consignas de parte de los organizadores.
Momentos más tarde se rompe el silencio: “¡México escucha, esta es tu lucha!”, seguido de un coro simétrico.
Christian, Fernando, Lorena, Edgar y Claudia, igual que cientos de manifestantes que se oponen a la reforma, concluyen el recorrido en el mismo punto donde comenzó.
Con sentimientos encontrados, se despiden de sus compañeros, conscientes de que, aunque desconocen los motivos personales que impulsan a cada uno el estar ahí, comparten un propósito común. En ese cruce de caminos, asimilan que su lucha va más allá de las diferencias de pensamiento y que en la unión se fortalecen los movimientos.


