- Los autores investigadores del Programa LEAD de El Colegio de México buscan mostrar cómo la tendencia de cumplimiento de indicadores de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es ilusoria si exploramos las interdependencias entre las diferentes metas establecidas en este instrumento
Por: Omar López y Boris Graizbord
En el Informe de Progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2023, se destaca que más de la mitad del mundo está rezagada en el cumplimiento de las metas de la Agenda 2030.
Las desigualdades preexistentes podrían agravarse, lo que subraya la necesidad de comprender el carácter interdependiente de los ODS.
Es crucial identificar trayectorias de progreso en metas específicas que ofrezcan áreas de oportunidad para redirigir y acelerar el avance, particularmente en el contexto de México.
Los ODS incluyen 169 indicadores interdependientes e indivisibles agrupados en tres dimensiones: económica, social y ambiental. Son interdependientes porque el impacto directo en un objetivo puede tener resultados indirectos en otros, e indivisibles ya que el desarrollo económico y la equidad social no puede desligarse del cuidado medioambiental.
Lo anterior implica que, para abordar los desafíos de la degradación ambiental, el cambio climático, la desigualdad social y el crecimiento económico, la política pública debe alinear de manera eficiente sus instrumentos, instituciones y políticas, evitando que sean recíprocamente divergentes.
La eficiencia en el cumplimiento de los ODS puede calibrarse observando aquellos indicadores que presentan grandes desafíos y una tendencia decreciente o estancada en sus metas.
Sin embargo, el cumplimiento de metas entre objetivos fuertemente interdependientes no garantiza necesariamente que los impactos sean siempre positivos.
Para México, el indicador Índice de Gestión Sostenible del Nitrógeno (ODS 2, Hambre cero), que relaciona la eficiencia del uso del nitrógeno y el rendimiento de los cultivos, aumentó de 0.71 a 0.84 entre 2014 y 2016, manteniéndose hasta 2018.
Este incremento se relaciona con el indicador Emisiones de nitrógeno basadas en la producción (ODS 12, Producción y consumo responsables) que desde 2015 se mantiene estable en aproximadamente 27 kg per cápita, lejos de la meta de 2 kg.
Esto sugiere que existen medidas para incentivar el uso de fertilizantes nitrogenados, fosfatados, etc., para compensar una pérdida de la fertilidad del suelo, volviéndolo un ciclo vicioso.
La fertilidad del suelo depende no solo de la cantidad de nutrientes, sino también de sus propiedades físicas, prácticas de cultivo sostenibles y el acceso a fertilizantes orgánicos. La respuesta, en términos de políticas públicas, dista mucho de evitar este ciclo vicioso, como se puede observar en el diagnóstico del programa prioritario “Fertilizantes para el bienestar”.
Condición similar guarda el indicador Superficie media protegida en sitios terrestres importantes para la biodiversidad, que mide el avance promedio de sitios que son importantes para la persistencia global de la biodiversidad.
Éste muestra un estancamiento en la protección del 38 por ciento desde 2016, cuando el objetivo debería ser del 100 por ciento. Si bien hay un incremento significativo en la superficie decretada como Área Natural Protegida (ANP) de 2022 a la fecha, alcanzando poco más de 23 millones de hectáreas terrestres protegidas, esta acción se ve comprometida al no acompañarse de apoyos a unidades económicas o individuos que llevan a cabo actividades en el perímetro contiguo al polígono decretado y donde se observan las mayores presiones de degradación.
En resumen, centrar las acciones de política pública únicamente en dimensiones de desarrollo económico o social, sin integrar una perspectiva ambiental transversal en todas las políticas, dificulta la coherencia de los esfuerzos y las estrategias necesarias para alcanzar las metas e indicadores de los ODS. Esto sugiere que podrían no estar yendo por buen camino.







