En este artículo el Consejero Electoral del Instituto Nacional Electoral considera que ejercer el derecho al voto no es suficiente, sino que se requiere involucrarse, más allá de las elecciones, en los asuntos públicos.
- El desencanto de las y los mexicanos no se debe canalizar mediante un alejamiento de las urnas ni de la participación
- Las y los representantes deben ser vigilados, exigidos, por las y los representados, los hayan elegido o no
Votar no sólo es el ejercicio formal de un derecho a través del cual decidimos la integración de los órganos de representación política y hacemos posible el acceso al ejercicio del poder público, sino que es una expresión de nuestra autonomía y la posibilidad de intervenir en los asuntos públicos desde la conformación de nuestras y nuestros representantes.
Pero votar no es suficiente. Se requiere también participar en las elecciones, ya sea si uno es llamado a conformar las Mesas Directivas de Casilla como funcionario o funcionaria, como representante partidista o de candidatura independiente, realizando observación electoral o, incluso, en cuanto ciudadano o ciudadana, informándose sobre las distintas opciones en las boletas electorales.
Sin embargo, participar en las elecciones tampoco es suficiente. Se necesita que las y los ciudadanos se involucren en los asuntos públicos antes, durante y después de las elecciones. Sirve tener ciudadanos y ciudadanas de tiempo completo, es decir, que se informen de las cuestiones públicas, opinen, exijan, cuestionen y profundicen en la gestión de la cosa pública.
El desencanto, en general, de las y los mexicanos por el desempeño de las personas dedicadas de tiempo completo a la política, no se debe canalizar mediante un alejamiento de las urnas ni de la participación en los asuntos públicos. Ahí radica el error de la ciudadanía, pues se requiere mayor involucramiento y exigencia social.
Las y los representantes deben ser vigilados y exigidos, por las y los representados. Y esto vale tanto para quienes los eligieron como para quienes no.
Votar, participar y exigir es el camino. Involucrarse en los asuntos públicos como hábito y reflejo de una cultura política sólida, hará la diferencia.
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